domingo, 30 de mayo de 2010

Por qué te fuiste pobre dejándome a mi tan rico...

Dedicado a Ana...


No lo entendí. Tampoco voy a buscar explicación. No recordaba lo que era pasar horas y días con una única imagen en mente. El recuerdo permanente de una persona de la que llegas a dudar si realmente ha existido alguna vez. Pero estabas ahí, silente, casi parece que expectante.

Cometí errores. Lo se. Principalmente el error de mostrar debilidad, torpeza, vulnerabilidad... y quizás eso te hizo dudar de mi, de nosotros. Quizás realmente no llegaste a apostar por nada... todo fue demasiado rápido, demasiado frágil.
Me queda una sensación agridulce. Por un lado lamentando lo que pudo haber sido y ya nunca será --el tren sólo pasa una vez y las emociones no pueden dejarse aparcadas en suspenso. Por otro lado con la misma sensación de Olivero al despedirse de Ana:
“Ana me destrozó el corazón pero al herirlo lo creó. Nunca lo entenderías. Mi pobre Ana. Mi querida Ana. Nunca hubiera podido pagarte esto que hiciste en mi. Iluminaste el lado oscuro de mi corazón. Por qué decidiste permanecer pobre dejándome a mi tan rico.”
Resulta irónico que haya esperado tanto para encontrar lo que me hacía vibrar, para luego sentir que lo he dejado escapar. Pero pese a ser a veces extremadamente racional, también creo que todo tiene un sentido. Algo racionalmente ilógico y quizás pueril, pero del mismo modo que otros tienen fe yo tengo esperanza en que los puntos que delimitan la línea de mi vida se vayan uniendo de un forma que obedece a un inexplicable orden o propósito. Inexplicable o incomprensible. Se que esto es una respuesta plausible a los perturbadores problemas de nuestra existencia, pero cada uno busca interiormente sus armas para encontrar el equilibrio que le permita alcanzar sus metas. Estas son las mías.
Ahora se que es posible. Que no tengo que soportar un lado oscuro en mi corazón. Que algún día, quizás cuando ya no lo busque, quizás sin darme cuenta, aparecerá quien sepa iluminarlo, quien quiera iluminarlo y lucharé por conservar la llama encendida.

Adiós y gracias!
Juan

2 comentarios:

Dalebolo dijo...

No sé a qué viene la entrada retazo de la película de Subiela.
Si de melancolía se habla, Alejandra Pizarnik tiene la clave
"Al melancólico el tiempo se le manifiesta como suspensión del transcurrir -en verdad, hay un transcurrir, pero su lentitud evoca el crecimiento de las uñas de los muertos- que precede y continúa a la violencia fatalmente efímera. Entre dos silencios o dos muertes, la prodigiosa y fugaz velocidad, revestida de variadas formas que van de la inocente ebriedad a las perversiones sexuales y aun al crimen".

Referencia: La Condesa Sangrienta de Pizarnik
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Juan A. García dijo...

Muchas gracias por la referencia "Dalebolo". La leeré con interés.