lunes, 4 de octubre de 2010

Tremenda estupidez

Siempre hay un momento en tu vida en que te sientes tremendamente estúpido (bueno, algunos tenemos varios de esos momentos). Un momento en el que eres consciente de que tus decisiones fueron erróneas. Que no actuaste como debías aunque en su momento te pareció un buena opción. Y crees que fuiste honesto, bondadoso, hasta te enorgullecías de tu decisión. Te regocijabas en tu autocomplaciencia y acariciabas tu ego con desmedida soberbia. Hasta que una voz amiga, a veces tiernamente, pero en la mayoría de los casos con la dureza que mereces, te hace ser consciente de tu error. Y entonces todo se derrumba. Se hace la luz y percibes, con absoluta crudeza, tu tremenda estupidez. Y caes en el abismo, porque debes caer. Porque no hay otra opción. Porque sólo cayendo podrás fijar en tu memoria tu error y todos los que antes le acompañaron. Porque sólo así podrás realmente crecer.

Lo más duro es asumir el precio que tienes que pagar por ello. Que quizás hayas dañado lo que más querías  y que quizás el daño pudiera ser irreparable. Y entonces te sientes morir. Y se te rompe el corazón. Y quisieras detener el tiempo y poder cambiar el pasado. Pero no es posible. Y rompes a llorar de tristeza y de rabia. Y sientes tanto miedo que no puedes apenas moverte, apenas pensar. Y de repente todos tus miedos se presentan ante ti como en procesión, emocionados de salir de aquel escondite que tan afanosamente te procuraste en buscarles. Y en perfecta armonía golpean tu moral con una rabia desmedida, cuidándose de hacerse visibles para compensar todo lo que tu quisiste hacerles invisibles. Y ves que los muy cabrones han hasta procreado, que han aprovechado todo ese tiempo en una desagradable bacanal que te sorprende con nuevos retoños mal paridos, que con su infantil impertinencia te machacan sin ningún tipo de pudor.

Y crees que sólo tienes una opción: asumir el error y seguir adelante. Intentar demostrarte a ti mismo que sabrás actuar mejor la siguiente vez. Porque habrá otra vez. La vida te volverá a poner en una situación similar y tendrás que elegir tus decisiones.

Pero realmente aprendes algo mucho más importante y que, aunque te has negado a admitirlo, sabías desde un principio. Que no existe el escondite perfecto para tus miedos. Que tienes que enfrentarte a ellos y vencerlos. Sólo así serás libre. Sólo así serás pleno.

Hoy no puedes. Te han golpeado muy fuerte y han agotado tus fuerzas. Mañana debes recuperar tu energía y debes comenzar tu lucha. Fijarás tus objetivos con una medida estrategia y emplearás tus armas con la adecuada táctica. Lucharás uno a uno contra ellos. Olvidarás la soberbia del general que menosprecia la fuerza de su enemigo. Recordarás a Sun Tzu y aplicarás sus sabios consejos. 


Ahora descansa. Mañana comenzará tu batalla.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Caída


De repente ves que caes. Sabes que está ocurriendo y puedes intentar detenerlo, pero hoy has decidido no hacerlo. Te sientes un completo imbecil y sabes que no es así, pero el vacío te arrastra y cubre de sensaciones depresivas. Ahora te sientas e intentas escribir sin saber muy bien que saldrá, aunque no se augura nada bueno. E intentas llorar. Quizás eso te desahogue. Pero apenas consigues que una lagrima se estrelle contra tu maltrecho teclado. Y observas como se pierde entre las teclas. Y tu preciado prisma de ver el mundo se empaña. Y, de repente, todo oscurece. Y la noche y el silencio te envuelven. Y aunque ese silencio te trae sosiego aun no es capaz de detener tu caída. Y abres la ventana para sentir la brisa fresca de la noche que ya anuncia el final del verano. Y filtras en tu cerebro otros ruidos cotidianos para centrarte en el sonido de los arboles al ser mecidos por el viento. Y eso te devuelve un poco a tu ansiado equilibrio. Parece que al menos detiene tu caída. Y poco a poco tus ojos pierden su oscuro brillo y albergas una leve esperanza. Y te gustaría tener cerca una mano amiga que te acaricie sin juzgarte. Que te acompañe incondicionalmente. Sólo un momento. Sabes que después saldarás tu deuda generosamente y que además lo harás gustosamente... Pero sólo encuentras el vacío, el silencio, la leve brisa y el sonido de los arboles mecidos por el viento.

sábado, 7 de agosto de 2010

Ocurrió

Lo que tenía que ser fue. Ya ha nacido "Sencillamente Blanco", mi nuevo blog. No se si finalmente mantendré ambos blogs (no se si habrá tiempo para tanto), pero el propósito inicial es que la melancolía y sus compañeros se queden en el primero y toda visión positiva de mi mundo, vaya al nuevo. Como decía en otro post, siempre he sido más creativo en la melancolía (aunque no sea mi estado natural) por razones obvias: la melancolía incita a la introspección y en esta soledad me es fácil escribir. Mis momentos alegres los disfruto, sólo o en compañía, de otro modo.

Aquí está el enlace:

SENCILLAMENTE BLANCO

Espero sentiros en mi lado "claro" a todos los que me habéis sufrido o disfrutado en mi lado "oscuro".

Bsos
Juan

jueves, 5 de agosto de 2010

Un cambio se avecina...

Está llegando, lo presiento. LLega el final de una etapa en la que prevalece el negro. No refleja mi realidad interior que desde hace tiempo se identifica más con colores claros (blanco, rojo, azul...). Así que nacerá un nuevo blog que cambiará de color y también el tono y contenido de los mensajes.

Como todo cambio me asusta un poco, no creas. Pero es un cambio necesario para mi limpieza interior. Siempre habrá momentos para la melancolía en los que como necesaria terapia pueda escupir en este blog pensamientos y sentimientos oscuros. Pero quiero que esto se transforme en algo, fundamentalmente, claro y positivo. Eso, al menos, mientras este blog siga siendo un reflejo del alma de su autor. No se si seré tan creativo en lo claro como creo que lo he sido en lo oscuro. El tiempo lo dirá. No descarto que esto pudiera llevar al final de esta aventura electrónica. Pero no voy a adelantar acontecimientos. Todo se verá a su debido tiempo.

Aquel a quien le interesaba el Negro Juan, lamentar su agonía y a quien confíe en el Blanco Juan, bienvenido a su bautismo.

sábado, 31 de julio de 2010

No.

Otro día, tal vez, sea si...


No me voy a entregar a ti.
No te voy a dar todo desde el principio.
No voy a sentir con toda la intensidad.
No voy a serte fiel.
No voy a quererte.
No voy a buscar tu felicidad,
ni tu placer.

No voy a anteponer tus necesidades a las mías.
No voy a mirarte como si sólo existieras tú.
No voy a agobiarme por no estar a la altura.
No voy a tener miedo.
No voy a acariciarte con infinita ternura.
No voy a regalarte nada.

No voy a hablar bien de ti,
ni de mi,
ni de nosotros.

No voy a tener ilusión por compartir mi vida contigo.
No voy a buscarte.
No voy a anhelarte.

No voy a ser paciente contigo,
ni conmigo,
ni con nosotros.

No voy a presentarte a mi familia,
ni a mis amigos.
No voy a desearte,
a pensarte,
a extrañarte cuando no estés,
ni cuando estés, pero distante.

No vas a conocer mi casa,
ni mis cosas.
No voy a reír contigo,
ni a llorar sin ti.

No voy a luchar por ti,
ni por mi,
ni por nosotros.

No.
No te quepa la menor duda.
No lo volveré a hacer.

viernes, 30 de julio de 2010

Solamente solo

De nuevo un tema recurrente :-)



Prefiero vivir esta soledad sólo antes que sólo desear estar solo cuando estoy acompañado. Sólo espero que tú lo entiendas. Que comprendas sólo por qué quiero estar solo. Sólo a veces esta soledad se vuelve pesada, pero esa sensación sólo dura unos instantes.

Solamente estoy solo cuando no estoy acompañado (obviamente) pero sólo me siento solo cuando sólo consigo que no nos entendamos, que sólo nos quedemos en lo superficial. Que sólo consigamos sintonizar nuestras emociones a diferentes frecuencias. Que crucemos el espectro electromagnético en sentidos opuestos, sólo coincidiendo un breve instante. Sólo el tiempo insuficientemente necesario para intercambiarnos sólo unas palabras amables para, sólo un instante después, perder nuestra comunicación ahogada en un desagradable ruido.

Solamente solo. Melancólico.
Con una soledad recurrente, concurrente.
Una soledad fiel, conocida, vieja amiga.
Una soledad sencilla, nada sofisticada.
Una soledad viva, vital.
Una soledad innovadora, I+D.
Una soledad juguetona y traviesa.
Una soledad zigzagueante, campeona de slalom.
Una soledad impredecible y caprichosa.
Una soledad llena, colmada.
Una soledad ruidosa, escandalosa.
De esas que siempre sabes cuando llegan y dejan un vacío cuando se van. Un vacío repleto de ausencia de soledad.
Una soledad que, a veces, se siente cómoda entre multitudes y otras es una soledad percha vacía en un bar repleto.
Una soledad emocionante, emotiva. De esas que me inspiran, como ahora.
Una soledad saludable,
y sana.
Que me hace valorar,
sin ningún tipo de duda,
Tu compañía.

miércoles, 28 de julio de 2010

Qué decir



No salen las palabras de este teclado (cómo ha cambiado el cuento ... siempre he leído “esta pluma”...). Sin embargo algo en mi interior quiere hablar. Comunicar. No se muy bien cómo ni a quién, pero sacar fuera emociones que se han amontonado en mi interior. Sin embargo, por más que me esfuerzo no consigo pescar en mi mar interior, un mar embravecido y quizás algo turbio... Así que desistiendo del intento de ningún orden posible, dejaré salir las palabras sin ningún propósito, sin ninguna intención. Dejaré salir a aquellas que se acerquen, en este preciso momento, más a estos dedos, que hoy reposan torpemente sobre mi frío teclado...

Algo se avecina. No se qué ni de qué manera surgirá. Pero está ahí, latente, acechante. Del mismo modo que la calma que pronostica la posterior tempestad, siento un silencio ensordecedor en mi interior, a mi alrededor, que me intriga y en cierto modo también me incomoda. Como si estuviese rodeado de miles de espectros con los rostros desencajados mostrando su ansiedad y sus bocas abiertas desmesuradamente gritando silencios... No son susurros.

Vuelvo a la melancolía. A la felicidad de estar triste. Regreso a la soledad más cansado. Físicamente cansado. Retorno a la soledad de lo cotidiano. De los afectos corrientes, pero no por ello vulgares o intrascendentes.

Y hoy, tras haberlo intentado, no es un buen día para escribir.

sábado, 12 de junio de 2010

Pérdida




Sin pensar en nadie en especial ...














Cuánto tiempo perdí pensándote
Cuántos suspiros amándote
Cuánto esperma anhelándote
Cuántas palabras nombrándote
Cuánta energía gritándote
Cuánta ternura acariciándote
Cuánta inmensidad soñándote
Cuánto espacio olvidándote
Cuánta rabia criticándote
Cuánta sensibilidad mirándote
Cuánta angustia esperándote
Cuánto espacio desaprovechado huyéndote

¿O acaso invertí todo ese tiempo: Pensándote, amándote, anhelándote, nombrándote, gritándote, acariciándote, soñándote, olvidándote, criticándote, mirándote, esperándote y huyéndote?

Sólo pienso que con el tiempo se acaban amando tus suspiros, que mi esperma anhela mezclarse en tus palabras, que salen de mi al nombrarte y te gritan con energía, acariciando con ternura tu inmensidad, soñando un espacio apenas olvidado donde te critico rabiosamente, donde te miro sensiblemente mientras la angustia de esperarte me hace huir desesperadamente a ese infinito espacio que aún estoy a tiempo de pensar.

domingo, 6 de junio de 2010

De merino a merino


¡La vida! Pasa inexorablemente, segundo a segundo. Sin apenas darte cuenta te han abandonado muchas cosas y te acompañan otras nuevas. Algunas son buenas compañeras, además de deseadas, otras impuestas. Todas ellas forman parte de tu equipaje. Todas te acompañan en tu camino. Camino que ahora recorres sólo. Pero sientes un vacío y ese vacío te arrastra a lugares desconocidos en busca de no sabes muy bien qué. Algo que cubra definitivamente ese hueco.
Y dices. No, no estoy preparado... o no lo están ellas, para mi. Y piensas, que entregarte al completo, desnudar tu alma y tu cuerpo no es buena praxis. Y te convences de que mejor dejarse llevar por los instintos... que seguro que separar cuerpo de alma es posible (aunque tan malos resultados te haya dado) y que alimentando tu ego calmas tu alma. Y así, sin mucho convencimiento llegas a la jungla. Y te sientes extraño. Y te encuentras solo, expectante, como en medio de una gran estación llena de gente. Y todos pasan a tu lado sin percibirte ocupados en sus planes, sus conversaciones, sus reflexiones... de vez en cuando alguien (mujer u hombre) se gira al pasar a tu lado y te sonríe, te lanza un beso o incluso golpea tus nalgas.
Y entonces, sin saber muy bien por qué, o quizás por imitar comportamientos, como aprendiz entre maestros, miras hacia arriba. Y aparecen ellas. Y no sales de tu asombro. Como diosas en el Olimpo manejan sus hilos mientras todos los mortales las adivinamos entre las nubes y fantaseamos con algún día llegar a ser los elegidos... por que los hay... o dicen que alguien vio un día a un humano ser elevado hacia el cielo suspendido por un hilo de plata. Y como merinos suspiramos pensando que algún día podemos ser nosotros. Y nos engalanamos. Y nos estrujamos el cerebro para dar con aquella palabra mágica que abra las puertas del cielo. Porque la llave está en el verbo según dicen que alguien oyó en el Para...iso. Aquí no sirven otras habilidades, no sirven otros atributos. O pueden llegar a ser necesarios pero nunca suficientes.
Y nos amigamos como colegas en el rebaño... pero sin dejar de pensar que los demás son unos ingenuos que jamás serán los elegidos. Y nos lanzamos a disputas dialécticas para llamar su atención. E incluso nos enfadamos... y algunos no soportan la presión y abandonan la arena. Y otros no entienden cual es el juego y se mueven entre sus improvisados compañeros como merinos despistados. Y preguntan a uno y a otro para entender qué está pasando. E incluso alguno se apiada de su merino compañero y le señala al cielo. Y él mira hacia arriba con los ojos entornados, con su mano como visera, intentando adivinar que le indican.
Y no puedes entender cómo puedes encontrar dos diamantes en la montaña de fango en la que te has aventurado. Ni puedes entender como pueden mantenerse límpidos, brillantes, radiantes y no ser contaminados por lo que les rodea. Y percibes su brillo, su tacto sedoso (aunque también frío) e incluso percibes el olor a azahar que las envuelve. Y empiezas a entender.... y sabes que nunca serás tu. Que realmente no quieres ser tu. No puedes ser tu. Que tu lugar no está aquí. Que quizás algún día o posiblemente nunca. Que te has topado con la horma de tu zapato. Descubres que tu vida se llena desde dentro, no desde fuera. Que se trata de que rebose para que impregne a otros, no de llenar tus vacíos. Y aún en la decepción esbozas una sonrisa. La sonrisa del que ha percibido, adivinado, como un leve soplo de viento que acaricia tu cabello, que suspira en tus oídos, el significado de la vida.
Y entonces ves que ellas con un soplido despejan de nubes el cielo. Y te muestran que el paraíso no existe. O nunca ha existido. Que no puedes encontrar fuera si tu vacío está dentro.
Me voy... pero un poco más rico, un poco más lleno. Como decía Oliverio en la producción de Subiela, pero, en este caso, no creo que ellas que se queden pobres. O quizás si...

Hasta siempre.
Juan

domingo, 30 de mayo de 2010

Por qué te fuiste pobre dejándome a mi tan rico...

Dedicado a Ana...


No lo entendí. Tampoco voy a buscar explicación. No recordaba lo que era pasar horas y días con una única imagen en mente. El recuerdo permanente de una persona de la que llegas a dudar si realmente ha existido alguna vez. Pero estabas ahí, silente, casi parece que expectante.

Cometí errores. Lo se. Principalmente el error de mostrar debilidad, torpeza, vulnerabilidad... y quizás eso te hizo dudar de mi, de nosotros. Quizás realmente no llegaste a apostar por nada... todo fue demasiado rápido, demasiado frágil.
Me queda una sensación agridulce. Por un lado lamentando lo que pudo haber sido y ya nunca será --el tren sólo pasa una vez y las emociones no pueden dejarse aparcadas en suspenso. Por otro lado con la misma sensación de Olivero al despedirse de Ana:
“Ana me destrozó el corazón pero al herirlo lo creó. Nunca lo entenderías. Mi pobre Ana. Mi querida Ana. Nunca hubiera podido pagarte esto que hiciste en mi. Iluminaste el lado oscuro de mi corazón. Por qué decidiste permanecer pobre dejándome a mi tan rico.”
Resulta irónico que haya esperado tanto para encontrar lo que me hacía vibrar, para luego sentir que lo he dejado escapar. Pero pese a ser a veces extremadamente racional, también creo que todo tiene un sentido. Algo racionalmente ilógico y quizás pueril, pero del mismo modo que otros tienen fe yo tengo esperanza en que los puntos que delimitan la línea de mi vida se vayan uniendo de un forma que obedece a un inexplicable orden o propósito. Inexplicable o incomprensible. Se que esto es una respuesta plausible a los perturbadores problemas de nuestra existencia, pero cada uno busca interiormente sus armas para encontrar el equilibrio que le permita alcanzar sus metas. Estas son las mías.
Ahora se que es posible. Que no tengo que soportar un lado oscuro en mi corazón. Que algún día, quizás cuando ya no lo busque, quizás sin darme cuenta, aparecerá quien sepa iluminarlo, quien quiera iluminarlo y lucharé por conservar la llama encendida.

Adiós y gracias!
Juan