He estado tanto tiempo dormido que soy incapaz de reconocer la vigilia. Me parece irreal cuando no he vivido nada más real en mucho tiempo. Llevo tanto tiempo saltando entre pasado y futuro al libre albedrío de mi caprichosa mente que, ahora, en el presente, me siento extraño, solo, asustando, triste...
¡Qué cantidad de trabajo! No se ni por donde empezar. Realmente estoy perdido, muy perdido...
Pero siempre tras la tempestad viene la calma. Tras la oscuridad siempre amanece la luz. Escupir estas palabras me hace bien. Mientras la tinta se adhiere al papel, el cambio empieza a operar en mi. Ya empiezo a atisbar la luz. Ya mi cabeza ha salido del fango, quizás empujada por el olor del salpicón de marisco que tengo frente a mi. ¡Bien! ¡Ya sonrío! Con este salpicón cogeré fuerzas para sacar al menos la cabeza. Al menos la necesito a ella fuera, que no esté enterrada en el fango., que no estén mis ojos cegados. Ahora bien, sacar el cuerpo entero no será fácil. Debo estar preparado.... Primer bocado, un langostino. ¡Delicioso! Si. Definitivamente vamos a empezar a trabajar. Sabemos más o menos lo que tenemos que hacer....
Comenzamos a andar. Paso a paso...
Primer paso. Declaración de objetivos:
- Fijar rumbo y seguirlo. En cualquier dirección, pero fijado por mi
- Buscar aquello que me puede hacer feliz y perseguirlo
- Dejar de pensar. Hacer algo de caso a Tolle. Vivir el ahora.
Segundo paso y primera reflexión: -- ¿Yo estaba deprimido o sólo hambriento? Aquí esta la risa... Rio a carcajadas, sin importarme que aquellos que me rodean me miren como a un loco solitario. Buena señal. Este es el camino.